Junio 28, 2022
Por Cristóbal Tomé Serra, Psicólogo Comunitario, Fundación Rukawe
El gobierno del Apruebo Dignidad se comprometió durante la campaña a entregar 65.000 viviendas producida con mecanismos públicos. Sin embargo, nada se ha dicho de las causas de la acumulación de un déficit habitacional de más de 600.000 viviendas.
Para entender las limitaciones del compromiso del gobierno hay que comprender el mecanismo mediante el cual el Estado produce viviendas. Actualmente, las políticas de vivienda giran alrededor de los subsidios para arrendar, comprar o construir soluciones habitacionales. Estos programas consisten en combinar el ahorro mínimo exigido para postular, el apoyo del estado (subsidio) y los préstamos. El escenario se complejiza cuando consideramos la innegable precarización del bolsillo de las familias, los obstáculos que ponen para postular los puntajes del registro social de hogares, el aumento de los precios de arriendos, precio de viviendas y materiales, la concentración de la tierra en pocas manos y la hegemonía de las grandes inmobiliarias.
En los informes que Déficit Cero ha publicado y en los seminarios que ha hecho sobre los mismos, se ha constatado una crisis masiva y una creciente brecha entre la demanda y producción de viviendas. Si la brecha habitacional es proyectada entorno al crecimiento del año pasado (8,6%), sin considerar otros factores como el crecimiento de la población, y se le resta a dicha las 65.000 soluciones habitacionales a las que se comprometió el gobierno, nos damos cuenta que solamente para el 2036 se cubriría toda la demanda potencial de viviendas.
Estos desalentadores datos nos señalan que la propuesta del gobierno no es realmente una solución, si no que una medida paliativa en el mejor de los casos y solamente si es que es medido con cifras inferiores a las reales.
No es posible solucionar esta crisis habitacional solo aumentando en un 30% la producción de soluciones habitacionales a través de un mecanismo que solo ha acrecentado la brecha entre producción y demanda. Basta un breve diagnóstico para develar que hay un problema estructural en la forma en que nuestra sociedad produce no solo viviendas, sino que hogares. Se hace evidente que no hay intenciones políticas de cambiar el modelo y no solo re-parcharlo. Esta situación no es algo con lo que cargue exclusivamente el gobierno de turno, sino que es un problema de Estado que transversalmente ignoran los sectores que lo administran.